sábado, 12 de febrero de 2011

Cartas de Charles Darwin a Alfred Russel Wallace


Down, Bromley, Kent, abril 6 de 1859

Mi estimado Sr. Wallace: Esta mañana, he recibido su agradable y amistosa nota del 30 de Noviembre. La primera parte de mi manuscrito está en manos de Murray [editor] para ver si a el le gustaría publicarla. No hay Prefacio, sólo una corta Introducción, que debe ser leída por todos los que lean mi libro. El segundo párrafo de la Introducción he sacado verbatim de mi borrador, y espero que usted notará que he tomado bien en cuenta sus artículos en Linnean Transactions. Usted debe recordar que ahora estoy publicando solamente un resumen, razón por la que no doy referencias. Por cierto, en “Distribución”, haré referencia a su artículo, y he añadido que conozco por correspondencia que la explicación de su ley es la misma que yo estoy ofreciendo. Está en lo correcto: llegué a la conclusión de que la selección era el principio del cambio, a partir del estudio de las especies domesticadas; y luego de leer a Malthus pude ver inmediatamente cómo aplicar este principio. La distribución geográfica y los relatos geográficos sobre habitantes extinguidos y recientes de Sudamérica me llevaron por primera vez a este tema. Especialmente el caso de las islas Galápagos.
Espero entrar en imprenta el mes próximo. Será un pequeño volumen de 500 páginas más o menos. Por cierto, le enviaré un ejemplar.
No recuerdo si le he contado que Hooker, el mejor botánico británico y talvez el mejor del mundo, es un convertido total, y muy pronto publicará su confesión de fe… Huxley ha cambiado y cree en la mutación de las especies: si es un convertido a lo nuestro, no lo sé aún. Mi vecino y excelente naturalista, J. Lubbock, es un converso entusiasta. Conozco, por las noticias de Natural History, que usted está realizando un gran trabajo en el Archipiélago; simpatizo de todo corazón con usted. Por amor de Dios, cuide su salud. Han habido muy pocos nobles trabajadores como usted en la causa de las ciencias naturales.

Adiós, con mis mejores deseos. C. Darwin.

Down, Bromley, Kent, agosto 9 de 1859

Querido Sr. Wallace: He recibo el 7 su carta y su memoria, y las haré llegar mañana a la Linnean Society. Pero debe saber que no habrá reunión hasta comienzos de noviembre. Su artículo se ve admirable en sustancia, estilo y razonamiento, y le agradezco que me haya permitido leerlo. Por cierto, si lo hubiera leido hace algunos meses lo hubiera aprovechado para mi próximo libro. Pero mis dos capítulos sobre el asunto están ya en galeras y, aunque no corregidos, estoy tan cansado y débil de salud, que he resuelto no añadir una palabra más, sólo mejorar el estilo. Así que verá que mis opiniones son casi las mismas que las suyas, y usted puede confiar que ninguna palabra mía será cambiada por cuenta de haber leido sus ideas…

Down, Bromley, Kent, mayo 18 de 1860

Mi querido Sr. Wallace: He recibido esta mañana su carta de Amboyna del 16 de febrero, que contiene algunas acotaciones suyas y la demasiado alta aprobación que hace de mi libro. Su carta me ha agradado mucho, y concuerdo completamente con usted sobre las partes que son más fuertes y las que son más débiles. La imperfección del registro geológico es, como usted lo señala, la más débil de todas; pero estoy contento de encontrar que los “convertidos” geológicos son muchos más que los que siguen otras ramas de la Ciencia Natural. Puedo mencionar a Lyell, Ramsay, Jukes, Keyerling, todos ellos hombres buenos y sinceros. Pictet de Ginebra no es un convertido, pero está tambaleándose evidentemente (como pienso que lo está Bronn de Heildelberg), y ha escrito un comentario muy imparcial en la Bib. Universelle de Ginebra. El viejo Bronn ha traducido muy bien mi libro al alemán, y su renombre ayudará sin duda a su circulación. Pienso que los geólogos se han convertido más que los simples naturalistas porque están más acostumbrados al razonamiento.
Antes de contarle sobre el progreso de opinión sobre el tema, déjeme decirle cómo he admirado la manera generosa con que usted se expresa de mi libro: la mayoría de personas, en su posición, habrían sentido amargos celos y envidia. Qué noblemente libre parece usted de este defecto común de la humanidad. Pero usted habla demasiado modestamente de usted mismo. De haber tenido el tiempo libre que yo tengo, usted habría hecho este trabajo tan bien o talvez mejor que yo.
Y hablando de envidia, usted nunca leerá algo más envidioso y rencoroso que lo de Owen en la Edinburgh Review… Ultimamente, los ataques han sido fuertes e incesantes. Sedgwick y el Profesor Clarke me han atacado salvajemente en la Cambridge Philosophical Society, pero Henslow me defendió bien, aunque no es un convertido. Phillips también me ha atacado en una conferencia en Cambridge; Sir W. Jardine en el Edinburgh New Philosophical Journal; Wollaston en los Annals of Nat. History, A. Murray, ante la Sociedad Real de Edimburgo, Haughton en la Sociedad Geológica de Dublín, Dawson en el Canadian Nat. Magazine, y así muchos más. Pero yo me estoy insensibilizando, y todos estos ataques sólo me tornarán más decidido para pelear. Agassiz me envía educados mensajes personales, pero me ataca sin cesar. En cambio, Asa Gray pelea como un héroe en mi defensa. Lyell se mantiene firme como una torre, y este otoño publicará sobre la historia geológica del hombre, y proclamará luego su conversión, que ahora es universalmente conocida… Y aquí hay una cosa curiosa: un Sr. Pat. Matthews, un escocés, ha publicado en 1830 un trabajo sobre maderas de navegación y arboricultura y, en un apéndice, en media docena de párrafos, da muy clara aunque brevemente, nuestra visión de la selección natural. Es un caso completo de anticipación… También, ayer, escuché a Lyell que un alemán, Dr. Schaffhausen, le ha enviado un folleto publicado hace algunos años, con la misma visión anticipada, aunque yo no he visto aún ese folleto. Mi hermano, que es un hombre muy sagaz, solía decir: “Siempre encontrarás que alguien ha estado allí antes que tú”. Sigo trabajando en mi compromiso mayor, que lo publicaré en volúmenes separados, pero por mala salud, y la multitud de cartas que recibo, estoy avanzando lenta, muy lentamente. Espero no haberle cansado con todos estos detalles.

C. Darwin.

Tomado de: James Marchant, 1916, Alfred Russel Wallace. Letters and reminiscences, 2 vols. Cassell, Londres. También en: Francis Darwin y A. C. Seward, eds., 1903, More letters of Charles Darwin: a record of his work of hitherto unpublished letters. John Murray, Londres [Traducción del Editor].

http://revistas.arqueo-ecuatoriana.ec/es/apachita/apachita-15/164-en-busca-de-conversos-cartas-de-charles-darwin-a-alfred-russel-wallace

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