viernes, 13 de agosto de 2010

Carta de José Artigas a José Rondeau




Señor D. José Rondeau

Mi siempre apreciable compadre, tocayo y amigo: Cuatro renglones habrían bastado á firmar la Unión deseada cuando ella sea medida por la cordialidad de las notas que deben expresarla. Usted me conoce y sabe que por mi parte nada es incrépale para su realización. Usted anima mis sentimientos por este deber; yo estoy resuelto á llenarlo. ¿Qué falta, pues, para dar al mundo entero una lección de virtud y que nuestros comunes votos se hallan reanimados por la destrucción de los enemigos comunes? Usted lo sabe, lo penetra y es muy extraño no haya usted adelantado el paso preciso á esa dulce satisfacción. Obviaré reflexiones que se dejan traslucir al primer golpe de vista. Empiece usted á desmentir esas ideas mezquinas de su predecesor y á inspirar la confianza pública; empiece usted con el rompimiento con los portugueses y este paso afianzará la seguridad de los otros.
Entonces aparecerá el iris de paz que inspirando terror á los enemigos comunes será la reseña general de la felicidad de los americanos del Sur. La patria exige de nosotros tan interesante medida. Desmentirla será formar nuevas dudas sobre principios justificados.
Córrase el velo á los misterios y la simple verdad bastará á confundir ese germen de iniquidad.
Yo he hablado demasiado confidencialmente con el señor don Domingo French. El regresa y él impondrá á usted de la vehemencia de mis votos por obviar nuevas dificultades. Por mi parte todo es concluido. Mi influjo será reglado por el nivel de su conducta y la uniformidad de operaciones nos conducirá á una jornada gloriosa.
Por más que los enemigos se multipliquen, eso sólo servirá para aumentar nuestra gloria.
Nuestra unión es el mejor escudo contra toda y cualquiera especie de coalición. Demos el ejemplo y deje usted que se desplome el universo sobre nosotros, y nuestra decisión superará sus esfuerzos. Empecemos por el que tenemos al frente, y la expedición española hallará en la ruina de los portugueses el mérito de su desengaño. Ostentarlo es nuestro deber. Espero verlo realizado sobre el testimonio de su palabra de honor. A ello me suscribo con toda cordialidad de un amigo y apasionado servidor.

José Artigas.

Cuartel general, 18 de Julio de 1819.

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