jueves, 18 de noviembre de 2010

Cartas de una historia: Carta de Abrasha Blum a Jaika

Compañera Jaika

Varsovia está en crisis. El ghetto quedo completamente cerrado desde noviembre de 1940. La percepción del peligro todavía no ha invadido los corazones de los habitantes del ghetto, a pesar de que ya han comenzado algunos asesinatos aislados. Ya en febrero de este año ejecutaron a doce compañeros por la sola razón de salir de las murallas. El ghetto hace oídos sordos a estos hechos. Los miedos comienzan a manifestarse en otros aspectos; la situación económica es crítica. Las diferencias sociales se agrandan, las enfermedades se multiplican, nuestros chicos se mueren de hambre y todavía no entendimos que estamos en peligro. Los ricos comienzan a abandonar esa vida de lujos que aún en el ghetto habían logrado mantener en los primeros años de guerra y eso comienza a inquietarlos.

La escasez de alimento ha llegado a un punto tan extremo que nuestros chicos son los encargados de cruzar al lado ario para intentar robar un pedazo de pan que nos de energía para vivir. Kaplan escribió en su diario “Pandillas de niños trepando sobre el muro, arrastrándose por las grietas y también escabulléndose por las puertas oficiales del ghetto. Hay algunos alemanes que tienen la misericordia de estos pobres niños y hacen como si no los vieran, se dan vuelta a propósito y los niños con sus abrigos repletos corren como flechas disparadas y pareen pájaros. Pero hay también asesinos que golpean a los niños hasta la muerte. Les sacan las papas y en muchos casos hasta les disparan. Hubo mas de un niño que cayo victima de su sed de sangre…”. Así vivimos en Varsovia, la gente se muere en la calle.
se mantiene activa. Emannuel Ringelblum es un valuarte en esta misión. Posee bajo su dirección un archivo llamado Oneg Shabat para incentivar a toda la población del ghetto a que escriban y dejen testimonio a las futuras generaciones que puedan encontrarlo. Pero lo más importante es que la educación de nuestros hijos no se ha interrumpido. Ahora más que nunca debemos poner nuestra energía en educar ya que es la única llave que nos puede abrir las puertas de un mundo mejor. Es nuestra posibilidad de creer que un mañana es posible, que nuestra vida vale aunque los nazis nos quieran imponer otra cosa. No se si nuestros educandos van a sobrevivir a este infierno, lo que estoy seguro es que mientras vivan no podemos abandonar nuestra misión de educadores, porque sino hemos perdido la guerra antes de empezarla. Hasta nuestros enemigos han notado la importancia de la educación. El Tercer Reich está basado en el fuerte adoctrinamiento la población alemana desde los grados inferiores de la primaria y eso es lo que les permite abusar de su propia población. Nosotros no buscamos este tipo de educación, queremos lograr que nuestros chicos sean librepensadores para buscar de manera crítica la salida a nuestra crisis. En un libro de matemáticas para chicos de primaria figura la siguiente pregunta: “Un avión Stuka que está por despegar, carga 12 docenas de bombas que cada una pesa 10 kgs. El avión parte rumbo a Varsovia, centro del judaísmo internacional. Bombardean la ciudad. En la hora del despegue cuando su tanque de combustible tiene 1000 kgs. de gasolina, el avión pesa 8 toneladas. Al regresar de su cruzada aún tiene 230 kgs. de combustible. ¿Cual es el peso del avión cuando está vació?
Que paradójico resulta que los alemanes que son libres educan a sus hijos bajo un fuerte adoctrinamiento y adoración al Reich y nosotros que nos encontramos con nuestra libertad restringida educamos a nuestros hijos de manera abierta y plural.

No puedo dejar de mencionarte al amigo Korczak y a su compañera Stefa. Son un ejemplo digno de admiración que debemos seguir. La guerra no ha impedido que sigan al frente de su orfanato para niños. Sus enormes convicciones han logrado superar los más inesperados obstáculos que el régimen Nazi le ha impuesto. Korczak es un pedagogo inequiparable, Stefa una trabajadora incansable. A Korczak se lo ve deteriorado por el desgaste que le produce las negociaciones con quienes trafican alimentos para su orfanato. Sin embargo despierta admiración como mantiene a sus chicos, como los cuida, como los educa. Sus concepciones pedagógicas van a traspasar las murallas del ghetto, por lo revolucionarias e innovadoras que resultan.

Podemos hablar de resistencia, podemos hablar de frentes comunes, pero te pido por favor que nunca dejes la educación como valor principal, sino nada más va a tener sentido.


Te saluda, Abrasha Blum.

Extraído de “Holocausto y memoria”, Israel Gutman, Pág. 113
Partido Socialista Judío.

Peter Neumann, El Desfile Negro


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